domingo, 4 de enero de 2015

Veo, veo....Enero-Febrero



¡¡Que bonita es la M42!!, bueno, vamos a echarle un vistazo primero, pero después nos iremos a una zona que, a simple vista, parece más aburrida y con pocas estrellas, la situada a la izquierda de Orión.


Es la constelación de Monoceros, El Unicornio para más señas, que está al Este de Orión. Contiene más objetos interesantes de los que puede parecer, lo que ocurre es que, teniendo Orión al lado es muy difícil no caer en la tentación de movernos con el telescopio por esa hermosa constelación. José Luis Comellas la llama La Catedral del Cielo.

Bueno, a lo que vamos. Entre las maravillas de Monoceros quiero destacar por una parte a la nebulosa Roseta. Ésta es una región HII parte de una gigantesca nube molecular. Tiene varios números NGC: 2237, 2238, 2239 y 2246 para las diferentes partes de la nebulosa, y NGC 2244 para el cúmulo abierto que nos servirá para localizarla. Ya solamente con el buscador es posible ver este cúmulo abierto. Para la nebulosa, lo mejor es usar un filtro antipolución, un UHC servirá, para poder verla como debe de ser. Si tienes una cámara modificada, o sea, que le hayan quitado el filtro de origen, con cualquier objetivo, te saldrá una estupenda foto.


El segundo objeto es mucho más pequeño y menos espectacular, pero no menos interesante, se trata de NGC2261, también conocida como Nebulosa Variable de Hubble.






¿Una nebulosa variable? Este objeto tiene la particularidad que varía en tamaño, brillo y forma. Bueno, en realidad lo que es variable es la estrella R Monocerotis, que está situada en el extremo sur de la nebulosa. A esta estrella la rodea un disco de acrección protoplanetario que lanza dos intensas corrientes de gas que colisionan con el polvo y gas del medio interestelar. Parece ser que este disco, más que la estrella en sí, es el causante de la variabilidad observada.

S.W. Burnham, observador y especializado en sistemas estelares binarios, fue el descubridor de este peculiar objeto en el siglo XIX. Pero los que desentrañaron su verdadera naturaleza, al estudiarlo de manera independiente en 1940, fueron dos grandes astrónomos, el norteamericano George H. Herbig y el mejicano Guillermo Haro, de allí que a este tipo de objetos se les conozca como Objetos Herbig-Haro.

Fue el primer objeto fotografiado con el telescopio de Monte Palomar, el 29 de enero de 1949 por Edwin Hubble, que ya lo había estudiado anteriormente en los observatorios de Yerkes y Monte Wilson.

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